Si hay algo que desde niña siempre me inculcaron mis padres, es el respeto hacia los demás.
Palabras que hoy en día resuenan en cada esquina como son solidaridad,colaboración,empatía,bienestar,gratitud,amor,lucha,humanidad….llevan años entrando en una guerra sin control sobre egoísmo,vanidad,egocentrismo,individualidad….
Vivimos en una sociedad que el tiempo va contrarreloj.No somos capaces ya de disfrutar de un buen café en compañía de otro ser humano sin mirar el reloj, o lo que es peor aún, sin dejar de mirar la fría pantalla de nuestro “smartphone”. Primero soy yo y mis circunstancias y luego el que venga detrás …Eso sí, si nos conviene…Si no, porqué perder el tiempo en los demás.
Tomamos de la Tierra más de lo que deberíamos, agotamos recursos sin pararnos a pensar que se acabarán tarde o temprano.Amasamos bienes materiales porque sino quizás no estemos, o no pertenezcamos, a esa parte de la sociedad en la que, por alguna idiotez nuestra,pensamos que deberíamos estar.
Llevo muchos años de mi vida en los que más de una ocasión me he sentido un bicho raro y sola…Sí,sola…Sola entre la multitud…No es la primera vez que intento ayudar a una persona en la calle a llevar simplemente su compra para compartir la carga y me encuentro con que me miran como si fuera a robarles.No me importa los años de vida que me lleve ayudar a una persona, a hacer realidad sus sueños, sin recibir nada a cambio.
Mis padres siempre me dijeron, que si tú crees que debes ayudar o hacerlo más fácil a otra persona, hazlo, sin mas, que no me preocupara de lo que los demás pudieran pensar, puesto que lo importante es como me siento yo al hacerlo.Está claro que alguna vez puedo errar, puesto que soy humana como cualquier otro, pero muchas de las veces no he fallado al ofrecer mi ayuda desinteresadamente.
Y hemos llegado a un punto, donde la Tierra nos ha devuelto a nuestro sitio.Nos ha dado un toque y nos está advirtiendo que no somos indestructibles…Que somos mas vulnerables de lo que nosotros mismos creemos en nuestra existencia.